Revista nº 201. Suiza tan cerca de Dios y en el infierno.

SUIZA TAN CERCA DE DIOS Y EN EL INFIERNO.

TULIO ROSEMBUJ

Hay países y personas con suerte, tocados por la vara de la fortuna, sin saberse por que. Suiza es un caso ejemplar. Es un país que si no fuera ario, medio alemán, francés y anglosajón, en el centro de Europa; sería algo así como Panamá, Afganistán o Andorra. O sea, un territorio franco para el dinero ilícito, sea de la criminalidad organizada, del terrorismo, de la evasión fiscal. Y por tanto, un país repudiable y repudiado. Miren por donde esto no fue así, hasta ahora.

Suiza se postula desde inicios del siglo pasado y lo consiguió a ser un Estado fundado en la ocultación del dinero negro universal, cualesquiera que fuera su origen o fuente. Es una miseria de país basado en la ilicitud. No es solo que se dediquen al chocolate y los relojes cucú, que decía aquél, sino que viven del crimen internacional. Es igual que provenga de un dictador, de una multinacional, del rico de turno, de la corrupción política (o,como se dice, de personas públicamente expuestas)

Suiza es neutral en todo menos en el dinero; se queda, por igual, con los ahorros de los judios desaparecidos en los campos de concentración como con los de los nazis. Cuando se trata de dogma de fe se esconde en el secreto bancario.

Ahora, afortunadamente, Suiza está al borde del colapso. Y las causas son errores estratégicos impropios de delincuentes inteligentes. Así como la Mafia pierde en su confrontación con el Estado, cualquiera que sea, Italia o Colombia; Suiza pierde en su batalla contra los EEUU. Se equivocó: confundió a los americanos con la Unión Europea y, es obvio, no es lo mismo.

Desde la crisis financiera de 2008 EEUU anuncia que el secreto bancario suizo se terminó. Y ello, por dos razones; la banca suiza saqueó ahorros americanos y los escondía de la Administración, garantizando su absoluta reserva y, además, pretendió

echarle un pulso a las autoridades de los EEUU.

La reacción fue lenta, gradual, pero, permanente. Los principales bancos suizos cayeron en las redes de la investigación tributaria, de blanqueo de dinero, de violación de leyes financieras. Y fueron duramente sancionados, sea el UBS, el Credit Suisse, Wegelin., por el Departamento de Justicia. Además, como pasó con Falciani en Europa, hubo otro alto directivo que también hizo lo mismo con las cuentas de americanos ricos. Un desastre para ese otrora país respetable y respetado, como garantía de protección de cualquier flujo de dinero ilícito. Hasta sus empleados traicionan los principios de la razón de ser suiza.

Suiza, muy inteligentemente, quiso jugar una carta de división, apostando por la indemnización –la solución Rubik- a Inglaterra y Alemania. Nosotros, viene a decir, les pagamos por conservar el secreto bancario. Uds. cobran y todos contentos. Inglaterra, que no en vano fue imperio, aceptó inmediatamente; pero, en Alemania la salida no fue posible porque el Parlamento la rechazó.

Mientras tanto EEUU advirtió que si las entidades bancarias no suministraban toda la información retenida sobre sus ciudadanos prohibiría la actividad en su territorio.

A este punto, la propia Asociación de la Banca suiza se dio cuenta que podía jugar con algunos países europeos, con la propia Unión Europea; pero medirse con los EEUU era diferente.

El gobierno propuso al Parlamento suizo una ley para facilitar la entrega a los EEUU de la información bancaria requerida. Y hete aquí el error mafioso típico de Totò Riina o de Pablo Escobar. El Parlamento rechazó la aprobación, desafiando, de ese modo, a los EEUU.

La catástrofe parece inevitable. La banca suiza está al límite de su supervivencia. No solo EEUU seguirá con su política, si no que, además, le crecen los enanos. Hasta la Unión Europea está dispuesta a neutralizar la neutralidad suiza, mediante el intercambio automático de información.

Suiza dejará de ser, si ya no ha pasado, el mito de tantas generaciones. No puede ser refugio de ricos o multinacionales, porque su secretismo está perforado y tiene corta vida. Tampoco puede ofrecerse como alternativa financiera, porque su sistema bancario, acostumbrado a la inmunidad y a la impunidad, debe aprender a conseguir sus recursos de forma más correcta, cosa a la que no está acostumbrado.

El final del paraíso suizo, el final del secreto bancario más poderoso del mundo, es algo que se presiente. A nadie se le ocurriría hoy llevar su dinero negro a Suiza. El suicido del parlamento recuerda el suicidio de las Cortes franquistas ante la Transición. Y todo porque creyeron que podían ganarle a EEUU. No se han dado cuenta que su actividad ahora no beneficia, sino que perjudica a los Estados industrializados. Un error imperdonable. Suiza deberá acostumbrarse a vivir de los relojes, del chocolate, de los Alpes.Tan cerca de Dios y, sin embargo, en el infierno.