CRISIS: FINAL DEL CAMINO

Es curioso, y lo hemos anticipado, lo que provoca la esquizofrenia política, el negar la realidad, el disimulo, la política del avestruz. Si uno se dejara guiar por lo que le dice su gobierno tendríamos razones para el desespero; aun cuando la verdad de los hechos imponga cada día su contundencia. Después de larga reflexión se concluye que estamos a la puerta de la recesión. Bien. Pero, no pasa nada, salvo buenas palabras e increíbles, por lo huecas, menciones al optimismo y a la estabilidad y fortaleza del sistema financiero español(sic).

Es en este mismo momento en que el Fondo Monetario Internacional advierte públicamente que la crisis será dura y profunda para todos los países, pero, en especial, para algunos: Portugal, Grecia, Estonia y ESPAÑA, entre otros hasta catorce.

Si uno se deja llevar por la visión local, no hay dramas que no se puedan evitar; pero, si atiende al FMI, los dramas están por venir y en la mesa.

Supongamos, por una vez, que el gobierno no tiene razón y que lo peor está a la vuelta de la esquina. Esto significa más desempleo, menos ingresos fiscales, más déficit público, menos inversión, más riesgo financiero, menos crédito para el país.

Punto y aparte merecen las reiteradas expresiones de solidez del sistema financiero.

El comentario fácil, sería dime de lo que presumes y te diré de lo que careces. No puede asumirse que España corra menos dificultades que cualquier otro país europeo. Inglaterra o Bélgica y Holanda, y, en verdad, corre más, porque su sistema está expuesto a la morosidad de los clientes hipotecarios, de los promotores y constructores inmobiliarios, a la deuda del ladrillo, en suma. Pero, además, si no hay crédito bancario no es porque las entidades no quieran, si no porque afrontan, como todas las de los otros países, problemas de liquidez, de dinero para prestar o, peor, de recursos propios, insuficiencia de capital para afrontar sus pasivos.

No es catastrofismo advertir que, en algún caso, pudiera abandonar el ring algún boxeador, tirando la toalla. Empiezan a caer en el frente entidades europeas que, acreditan la internacionalidad del momento. Es de grave irresponsabilidad o ignorancia pensar que lo que pasa al vecino, no me ocurrirá. Y ello porque del festín aprovecharon todos, los grandes y los pequeños, los americanos y los europeos, los bancos y las cajas de ahorro. La factura hay que pagarla.

Fue Suecia en los noventa la que inspira el plan de rescate de los EEUU. Las bases fueron la programación económica, la inyección de liquidez en el sistema y, fundamental, la recapitalización del sector bancario. Los accionistas y gestores tienen que pagar por sus errores por llamarlo de alguna manera. Se estataliza para sanear y devolver al mercado las entidades recuperadas. España, con urgencia, necesita plantearse, antes que sea demasiado tarde, que la solución sueca y americana probablemente deberá aplicarse y estar predispuesta para hacerlo por consenso político.

1.¿Qué hacer?

Olvidarse del déficit público. El 1.5% es claramente insuficiente. Y, friamente, si fuera el doble, no pasaría nada. Las preocupaciones de falsa austeridad son peores que las alternativas de soporte económico y social que se espera del sector público. Ese mayor déficit público puede y debe crear fondos de estabilización del sistema para el rescate y participación en el capital social de entidades bancarias, financieras, aseguradoras, que lo puedan requerir y para la inversión pública y social. Volver a Keynes, significa cerrar la etapa neoliberal socialdemócrata de autocomplacencia con el superavit presupuestario. Ahora se pide exactamente lo contrario: gastar para que no haya una explosión del sistema económico. Y ese déficit no puede hacerse a fondo perdido: significa estatalizar cuando corresponda; suspende las hipotecas mediante plazos de carencia y reducir sus retribuciones; disminuir los valores catastrales de los inmuebles, en suma, hacer de cuenta que la vivienda de 400000 euros, en verdad, vale lo que vale. O sea, la mitad .Y, muy importante, que el dinero que se debe a los promotores se ajuste en esa proporción y el que deben a l banca, también,

Olvidarse de gravar las indemnizaciones de despido y disminuir sustancialmente las retenciones de los rendimientos de trabajo personal. De esta forma, se dejaría más dinero a los particulares para la supervivencia y la conservación de su capital humano, hasta que se vuelva a la creación de empleo.

Olvidarse de la recaudación tributaria y preparar una emisión de deuda pública a tipo de retribución reducido o nulo.Así, podrá aflorar el dinero negro y la economía informal, sustituyendo la caída inevitable de los ingresos tributarios por clausura o cierre de las actividades económicas generadoras de puestos de trabajo, o sea, las PYME. Una amnistía fiscal a cambio de ingresos públicos que de otro modo no se computan no debiera ofender valores colectivos.

2. ¿Para que?

El mensaje que la sociedad civil necesita es que la crisis se puede afrontar y paliar en sus consecuencias. Pero, con la condición que se atribuyan las responsabilidades a los que tuvieron en sus manos impedir los peores de sus efectos. No se puede continuar con el discurso que se trata de una crisis reflejo internacional, por que es mentira; ya que son las empresas locales financieras, inmobiliarias, crediticias, aseguradoras, las que hubieran debido prever las consecuencias de los superbeneficios. Ahora, les toca asumir su responsabilidad patrimonial.

Recordando, que hay sectores que han obtenido superentas en los últimos diez años, susceptibles de ser gravados, para que alimenten otras necesidades públicas que lo exijan. Francia ha creado una tasa de solidaridad para financiar el paro juvenil y en Italia se propone otra sobre las empresas petroleras, con igual sentido.

Recordando, que los accionistas deben pagar las pérdidas de capital de sus entidades y asumir la recomposición de la solvencia o ceder a coste cero su capital social.

Recordando, que hay responsabilidad social corporativa de los Administradores de las grandes empresas y, en su caso, de los accionistas, por la falta de diligencia, negligencia, corrupción o incorrección en sus comportamientos profesionales.

Recordando, que las cuentas financieras presentadas han debido ser auditadas. Arthur Young cobró casi 35 millones de dólares por auditar y considerar correctas las cuentas de Lehman Brothers,¿Qué estaban verificando?.

3.¿Y mientras tanto?.

La única prioridad es el empleo. No hay más. Crear empleo desde el gasto público, desde la empresa o desde el autoempleo. Los recursos financieros y fiscales tienen que adherir a ese objetivo específico. Es obvio que el coste fiscal del trabajo debe reducirse, como digo; pero, también, el coste laboral de la empresa. No hay modo que el trabajador conserve todos sus derechos sin arriesgar la pérdida de su empleo. Cuando viene la depresión se trata de repartir lo que queda no lo que se genera. Y el excedente empresarial, en general, ha entrado por un período que no se conoce en números rojos. La flexibilidad en tiempo de recesión no es una opinión, es un algoritmo matemático.¿El contrato indefinido a cambio de la elasticidad en el despido?.

La promoción del autoempleo, orientado y soportado por la necesidad de mercado en ámbitos profesionales de futuro, de carácter individual o asociativo, proponen el servicio del sistema educativo como colchón de la crisis. Es la escuela media y la universidad los que tienen la obligación de preparar en sus aulas a los que están inmediatamente expuestos al paro o a la seguridad social familiar. Y esto sería relativamente simple, porque se daría la prioridad a lo que el sistema pide para funcionar y crecer. La formación no es un parking de parados cuando se dirige a empleos o profesiones que requieren personal y a esto debe inclinarse el sistema educativo.

No es utópico proponer la inmersión en el desarrollo sostenible, obligación a la que el país ha renunciado hasta ahora. El fortalecimiento del mercado verde, de las empresas y los trabajadores, de los sectores y las administraciones es un instrumento poderoso de lucha anti crisis.

Iniciar en serio la guerra contra el consumo del petróleo como fuente de energía y transporte, problemas que no se afrontan regalando bombillas de bajo consumo; sino asumiendo los ejes de la energía renovable y nuclear, aunque no agrade, y el transporte alimentado por otras formas de combustión no fósiles, afrontar el cambio climático, el deterioro de las instalaciones energéticas y la eliminación de residuos.

Ahora se debe reforzar la sostenibilidad del mercado y del empleo mediante acciones que solucionen o sequía o inundación; desertización o reforestación; vertidos o aprovechamiento de residuos; contaminación o energías limpias y obras de infraestructura compatibles con la custodia de un territorio más o menos presentable.

La crisis es el final de un camino y debiera ser el salto delante de lo que ya no puede conservarse. Léase, la salvaje especulación inmobiliaria y la no menos usura financiera.

Tulio Rosembuj

Catedrático. Universidad de Barcelona